lunes, 3 de junio de 2013

¿Se puede medir el aprendizaje?

En este proyecto de Didáctica General, hemos realizado una entrevista a Noelia Alcaraz, pedagoga y profesora del departamento de didáctica de la Universidad de Cádiz, con el objetivo de saber su opinión respecto a este tema. Para ello hemos partido de una serie de preguntas previamente elaboradas en clase.
 
Noelia opina que calificación no es lo mismo que evaluación y que no atienden por igual al aprendizaje, ya que a diferencia de la evaluación, la calificación no atiende al aprendizaje. Con la calificación se etiqueta y se clasifica, se premia o se sanciona.
 
Antes de llegar a la escuela hay una desigualdad social que a todos nos parece muy injusta, pero cuando salimos de ella estas desigualdades se llaman “diferencias académicas”, las cuales ya no nos parecen tan injustas, porque cada uno recibe lo que se merece. Y estas diferencias se justifican con la calificación. ¿Pero por qué se sigue calificando? Pues porque no todo el mundo puede valer, y tal como dice Wert, la excelencia no es para todos.
 
Pero tal como nos comenta Noelia, la calificación no quiere decir que el alumno haya aprendido. Si entendemos por aprendizaje memorizar una serie de datos, si se podría medir. Pero aprender tiene que ver con transformar tus estructuras cognitivas, lo cual no se puede medir, de la misma manera que no se puede medir el amor. Con la calificación se resta cualquier elemento educativo en el proceso de aprendizaje (veracidad, transparencia, naturalidad y espontaneidad) y sobre todo, resta creatividad al alumno.
 
En nuestra vida diaria estamos constantemente evaluando, es algo natural. Pero sin embargo, no calificamos. Y la herramienta clave para mejorar cualquier problema es la comunicación. Y esto es lo que se debería hacer en la escuela, buscar información sobre lo que está ocurriendo en clase, y para ello hay que preguntar a los alumnos, a sus padres y compartir inquietudes con los compañeros, y todo ello para saber, conocer, comprender, analizar, intervenir a tiempo y mejorar.
 
En cuanto al portafolios, Noelia nos dice que puede ser tanto un método de evaluación como de calificación. Es una herramienta que está más cerca de los pasos que da el niño en su proceso de aprendizaje. Su utilización depende  de las manos en las que caiga. Un docente con unas ideas de evaluación potentes le sacará mucho mayor provecho que un docente con unas ideas más técnicas. En definitiva es una herramienta y una estrategia más dentro del mundo educativo.
 
En conclusión, pienso que se debería de prestar mayor atención a los pequeños pasos que va dando el niño durante su proceso de aprendizaje, porque en el día a día es donde se ve verdaderamente el trabajo del alumno, si atiende o no, si asiste a clase, etc. Y esto es lo que se debería evaluar, y no lo que memorice y recuerde un alumno y sea capaz de escribir durante el día del examen. Por ello estoy a favor de métodos de evaluación como son el portafolios o la rúbrica, porque atienden más al proceso. Y estoy de acuerdo en que el aprendizaje no se puede medir, de la misma manera en que no se puede medir un sentimiento como es el amor o la amistad, puesto que son conceptos abstractos.

domingo, 12 de mayo de 2013

La motivación como motor del aprendizaje


Para empezar, ¿qué se entiende por motivación? La motivación es un proceso mediante el cual se impulsa a alguien a llevar a cabo una acción, con el objetivo de conseguir unas metas y de poner el empeño suficiente hasta alcanzarlas. Ésta es fundamental para alcanzar el éxito en aquello que nos proponemos, tanto en nuestra vida personal como profesional.

Basándome en esta definición, difícilmente un niño aprenderá en clase si no está motivado, si aquello que le enseñan no tiene ningún interés para él. La falta de motivación es una de las causas, sino la principal, del fracaso escolar. Este es un gran problema al que se enfrentan los maestros en el día a día. ¿Qué se puede hacer para que estos niños quieran ir a clase con ganas, y para que se interesen por los saberes que se imparten en ella?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que el método transmisivo, predominante en la mayoría de los profesores, no ayuda a resolver este problema. Es más, lo fomenta, porque los alumnos se comportan como “grabadoras” de lo que los profesores le cuentan, limitándose a escuchar, recordar y repetir los conocimientos, adoptando un papel pasivo y sin darse ningún tipo de interacción con el resto de los compañeros.

La mejor metodología, en mi opinión, que sí motiva al alumno es la constructivista. En ella, el alumno es el protagonista de su propio aprendizaje, en el que el profesor sirve de guía y motivador mediante diversas dinámicas y herramientas que utiliza, como pueden ser exposiciones, visionado de películas, debates, etc. Con este método el alumno adopta un papel activo y se favorece la interacción e intercambio de opiniones entre los diferentes compañeros,  lo que favorece el aprendizaje, puesto que tal como dice Vygotsky, “la interacción social es el origen y el motor del aprendizaje”.

Y a la hora de motivar a los alumnos, no solo entran los maestros, sino también los propios padres. La familia es la principal influencia en el niño desde que nace. Éstos actúan como modelos de conducta y por tanto juegan un papel fundamental en la base de su aprendizaje. El que los niños vean que sus padres se interesan por aprender y alcanzar las metas que se proponen, no importando el esfuerzo que tengan que realizar, influye de manera positiva en ellos. 

Diarios de la calle


De esta película, y tras el debate realizado en clase sobre una serie de focos de interés, destaco principalmente dos de ellos:

Métodos: Como podemos ver al principio de la película, la profesora intenta usar un método transmisivo. Al ver la ineficacia de éste ante el pasotismo de la clase, busca otros métodos para intentar atraer el interés de los alumnos en el que estos sean los protagonistas. Por ejemplo, para enseñarles sobre poesía, usa una canción de rap que es conocido por todos los alumnos. O los pone a leer “El Diario  de Anna Frank. Con esto, se dan cuenta que no son tan diferentes unos de otros.

En mi opinión, este método que usa es mejor que el transmisivo, puesto que hace que los alumnos adopten un papel activo en el aprendizaje, lo cual los motiva y hace que se interesen más por aquello que están haciendo. Este método fomenta la motivación intrínseca. Y esta motivación, conduce al aprendizaje.

Evaluación: La profesora les propone a los alumnos expresarse como quieran en un diario que escribirán a lo largo del curso y que solo leerá bajo el consentimiento de éstos. Al final de curso les comenta que ella no puede evaluar el diario, puesto que es algo real que cada uno ha vivido, y no se puede evaluar la verdad, por lo que serán ellos mismos los que se autoevalúen.

Me parece adecuado que sean los alumnos los que se autoevalúen en lugar de la profesora, puesto que ellos son los que realmente saben lo que han aprendido y lo que no. La profesora puede intuirlo, pero no saberlo.  Y esto es algo que no se puede saber con un examen realizado en un día concreto, ya que solamente te dice de qué se acuerda el alumno en ese momento, evaluando solo la capacidad memorística de cada uno.

¿Se puede saber ser maestro antes de ser maestro?


En este proyecto de Didáctica General, hemos realizado una entrevista a Diego García, profesor y asesor del CEP de Granada, con el objetivo de saber su opinión y reflexionar respecto al tema que da título a este proyecto. A partir de una serie de preguntas previamente planteadas, destaco lo siguiente:

Diego piensa que los maestros no están lo suficientemente formados para enfrentarse a las necesidades de la sociedad actual y a los cambios en el sistema educativo. Cuando se incorporan al sistema educativo, hay un gran desfase en su formación, y una de las carencias principales es la que se da en la universidad, ya que es una formación muy teórica y poco práctica que no está pensada para la realidad de la escuela actual.

En cuanto a los cursos más demandados por los centros, hay de todo, pero se centran sobre todo en las TIC y en el uso de las pizarras digitales, lo cual refleja que el sistema educativo no cambia, porque lo único que tiene de diferente con las pizarras normales es el aspecto multimedia.

En Andalucía hay 32 CEP, que son centros dedicados a la formación continua del profesorado. Hay distintas modalidades de formación, destacando los grupos de trabajo y la formación en centros.  Las necesidades de formación surgen desde el profesorado y plantean un proyecto para llevarlo a cabo durante un año. Ambos tienen un punto de encuentro en una plataforma colaborativa (“Colabora”) donde intercambian opiniones. A diferencia de los grupos de trabajo, en la formación de centros hay un apoyo de personas expertas.

Diego opina que es difícil comprobar si la formación recibida en los centros se aplica en las aulas. Pero esto debe ser simultáneo, es decir, mientras te estás formando aplicas esos conocimientos en el aula y evalúas si estos conocimientos pueden ser aplicados o hay que introducir cambios.

Menciona la iniciativa Edutablet, un blog donde cuentan una actividad formativa llevada a cabo por tres compañeros del centro de profesorado de Granada y basada en el uso de tabletas digitales, las cuales pasan por los centros una o dos semanas, poniendo en práctica un proyecto previo preparado por el profesorado implicando el uso de estas tabletas al mismo tiempo que se están formando. En este caso sí hay seguimiento que lo verifique, visitando el blog y viendo cómo en cada proyecto aparece un artículo del profesorado con conclusiones.

En cuanto a la motivación de los docentes que acuden a los cursos del CEP, hay de todo, desde personas que van para mejorar su actividad profesional hasta otros que van por el Sexenio. Con esto de la crisis se ha notado un bajón en la formación.

Concluyendo, opino como Diego que una de las principales carencias de la falta de formación de los maestros se da en la universidad, ya que la mayoría de los contenidos son teóricos y hay muy poca práctica. Muchas de las asignaturas están de relleno y no nos van a servir para nuestro futuro profesional. Opino que deberíamos tener más clases prácticas que teóricas, ya que con ellas es donde de verdad nos vamos a enfrentar a los problemas, a la realidad, y vamos a poder poner en práctica los conocimientos aprendidos y adquirir una mejor experiencia.

Pienso que el asistir a los cursos del CEP lo veo algo súper positivo, ya que estamos en continuo aprendizaje y siempre es bueno renovar conocimientos que después podemos aplicar en nuestro desempeño profesional.

domingo, 7 de abril de 2013

¿Qué escuela queremos?



Este es el título de un proyecto realizado en Didáctica, con el cual, y a partir de una serie de preguntas, hemos entrevistado en nuestro caso a Fernando J. Lopez, profesor de secundaria, con el objetivo  de reflexionar y ahondar más en el tema a través de sus opiniones.

En las preguntas hemos abordado principalmente los siguientes temas: La familia y su implicación en la escuela, la formación de los docentes y la LOMCE.

Sobre la relación familia-escuela, Fernando piensa que los profesores han dejado de lado esa relación, que han preservado su espacio, lo que ha dado lugar a un grupo de antagonistas en lugar de cómplices. Pienso que es imprescindible mejorar la comunicación entre la familia y la escuela, puesto que ambos persiguen un mismo objetivo: la educación del alumno. Solo trabajando de forma cooperativa conseguirán un mayor rendimiento académico.

 En cuanto a la LOMCE, destaca tres aspectos críticos:

 En primer lugar, olvida la diversidad, la cual es una de las grandes carencias de nuestro sistema. Se saca a quien es distinto, impidiendo que muchos alcancen un futuro mejor. Atender a la diversidad es fundamental para conseguir que todo el mundo alcance el éxito escolar. Además, es algo que nos enriquece a todos, puesto que refuerza la heterogeneidad, aumentando el conocimiento y el respeto hacia quien es distinto.

 En segundo lugar, es una ley mecanicista que no valora la creatividad y que aspira a exámenes constantes, pruebas que dificultan el aprendizaje, ya que memorizamos información, en los mayores casos inservible para nuestro futuro,  para vomitarla en los exámenes y olvidarla a los pocos días.

 Y por último, hace un desprecio a las humanidades, que se están quedando en un lugar casi inexistente. Y estoy de acuerdo con él en que son fundamentales para entender nuestra cultura y para explicarnos a nosotros mismos.

Con respecto a la formación de los docentes, Fernando opina que la mejor forma de aprender es en la práctica, estando en contacto con los alumnos, a través de las experiencias del día a día.

Para mejorar la escuela de hoy, Fernando J. Lopez opina que se necesita por un lado una mayor autocrítica, de la cual nazca una unión que nos haga más fuertes, y por otro lado, perder una cierta beligerancia. Cuando nos demos cuenta de que la educación es un problema y una prioridad para todos, es cuando quizás las reformas sean planeadas por gente que esté dentro del sistema y sepa de lo que se está hablando.

Concluyendo y respondiendo a la pregunta de mi título, queremos una escuela de todos y para todos, donde la familia y los profesores actúen conjuntamente en beneficio de los alumnos. Una escuela que fomente el  pensamiento crítico y creativo. Una escuela que apoye la diversidad, y que potencie lo mejor de cada alumno.

domingo, 10 de marzo de 2013

Una escuela con mucho que mejorar



Francesco Tonucci, en la conferencia dada en el Parque de las Ciencias de Granada, nos habla de cómo la escuela ha cambiado con el tiempo y cómo debe ser la escuela del futuro. Tal como dice, si la escuela que tenemos no es buena para mañana, difícilmente será buena para hoy.

La escuela de antes era una escuela para pocos. Una escuela clasista. Una escuela cuyo papel fundamental era el de completar la formación de los jóvenes que acudían a ella, de los que solo tenían éxito los pertenecientes a familias sensibles, cultas o ricas, por partir de una base. Con la llegada de las democracias, el derecho al estudio se afirma. Pero sin embargo, la escuela sigue siendo de tan sólo unos pocos. Y el por qué es muy sencillo: porque solo se interesan por aquellos que cumplen las expectativas y no por los que les es difícil llegar a alcanzarlas.

La escuela de hoy no gusta a nadie. En general, hay una pérdida de valores, unas veces por parte de la familia y otras veces por parte del profesor. Los padres se han desligado de la escuela hasta tal punto que han perdido la confianza y el respeto que antes había en ella. Es increíble escuchar que ser maestro sea una de las profesiones con más enfermedades profesionales en Italia, tanto físicas como psicológicas. 

En definitiva, la escuela del mañana debe ser una escuela de todos. Una escuela que guste a todos. Pero, ¿cómo conseguir esto? Tonucci nos propone las siguientes soluciones:
 
En primer lugar, lo que deben de hacer las escuelas es poner las bases culturales de los alumnos por encima del qué enseñar; ya que hay familias que se despreocupan de sus hijos, y en consecuencia hará que estos no partan de la misma base cultural de la que otros niños sí pueden partir.  

En segundo lugar, la escuela debe interesarse por lo que los niños pueden aportar a la escuela,  en desarrollar sus potencialidades, porque solo de esta manera seremos felices. Y una buena forma de conseguir esto es que la escuela no sea una escuela de aulas, sino una escuela de talleres, en la que cada alumno pueda asistir a aquel taller que más rendimiento pueda sacar de él.

Y por último, la escuela debe apoyar la diversidad, pero no sólo de etnias o culturas, sino también de edades en un mismo aula, de manera que los alumnos puedan elegir con quien reconocerse.

Todo esto me lleva a decir que es verdad que la escuela ha estado en constantes cambios. Cambios que no han dado lugar a una mejor escuela, sino a una escuela diferente y aún con mucho que perfeccionar. Pienso que no tiene por qué haber una mejor calidad de enseñanza en la escuela privada que en la pública. Y estoy de acuerdo con Tonucci en que la escuela privada reduce la diversidad, puesto que ya está haciendo una selección de los alumnos según su nivel económico, aunque sus capacidades intelectuales no lleguen al nivel que ellos esperan.

En mi opinión, la escuela de hoy debe ser una escuela para todos. Una escuela en la que se eduquen a los alumnos según lo que son, y no según lo que se quiere que sean, sacando de ellos lo mejor de sí, y no tirando la toalla en el momento en que haya obstáculos. Y para ello tiene que haber un cambio de mentalidad por parte de todos, tanto de familia como de profesores.